Que la música despierta los sentidos es algo que todos podemos corroborar. Las melodías nos transportan a otras épocas, otros lugares, nos traen olor a lluvia, a especias, nos acarician con un escalofrío que nos recorre el cuerpo, nos hacen sentir alegría, tristeza o melancolía.
Los acordes de la guitarra de Pablo Sáinz Vilegas, irradian sensibilidad en cada nota y en cada pieza que interpreta. Os traemos a continuación una crónica de la magia que transmitió su guitarra en uno de sus últimos conciertos en España, en el siguiente artículo de nuestra redactora Ioana.
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Sigo emocionada, pues el pasado 4 de marzo presencié un concierto inolvidable.
Intentaré relatar mi experiencia buscando los adjetivos adecuados que se asemejen una pizca al cúmulo de emociones vividas.
He conocido a Pablo Sainz Villegas. Espero que a muchos os suene este nombre. No es el embajador global de la guitarra española por nada…
Si no sabéis quién es, he ahí la prueba de que, una vez más en este mundo, las personas brillantes están en la sombra. En la sombra digital y mediática, quiero decir, porque Pablo tiene luz. Va con su aura por todo el mundo, repartiendo magia. Creo que nunca había resonado la palabra “magia” con tanto ímpetu en mi cabeza… Una y otra vez… Magia, como conjunto de habilidades extraordinarias y magia, como encanto propio de la persona.
Imagen de http://www.pablosainzvillegas.com
Humilde y sonriente, Pablo pisa el pequeño escenario de un pueblo riojano. La Rioja es su tierra natal y se le nota la ilusión por el retorno a sus raíces y seguramente, un viaje a su infancia, porque como él bien menciona después durante su brillante actuación, podemos conservar y recurrir a nuestros recuerdos siempre que lo necesitemos, con una elegancia oratoria digna de la antigua Grecia. La presentación de cada obra tocada refleja la enorme dedicación y el profundo respeto que el guitarrista tiene por su profesión. Pablo habla con total sinceridad sobre su trayectoria y sus múltiples viajes y nos lleva con él.
No conformándose simplemente con atravesar todas y cada una de las capas de nuestra piel, dándole un nuevo giro a la palabra “emoción”, va un paso más allá y nos convierte en protagonistas.
«Sois la razón de que mi profesión sea tan especial y tenga sentido. Sois partícipes de ello y sois un bello reflejo en el que mirarse». Creo que cada frase en Pablo, al igual que cada partitura, tiene tanta trascendencia que sería perfectamente plausible decidir seguirle por el mundo. Nos llama «bello reflejo», mientras vuelve de Rio de Janeiro y se queda en Granada. A través de «Recuerdos de la Alhambra», he podido cerrar los ojos y ver la tierra, olerla y sentir su historia desde el siglo XI hasta nuestros días. Y aún no he estado en Granada. Lo bonito será que cuando vaya, cerraré los ojos y veré a Pablo en el escenario, contándome cómo es La Alhambra, tal como la vio Francisco Tárrega a finales del siglo XIX y como la plasma Pablo hoy.
Imagen de WQXR.
Seguimos nuestro viaje por España, su país. Se percibe la añoranza, pero también el orgullo de poder llevar el instrumento más español que existe por todo el mundo.
Si alguna vez tenéis la oportunidad de estar en un concierto de esta magnífica persona, será un recuerdo inolvidable. De esos a los que quieres volver una y otra vez. Una y otra vez. Una y otra vez.
¿Cómo describir algo que en su conjunto es completamente inédito?
Voy a recurrir a los oxímorones de Francisco de Quevedo para decir que la música de Pablo es «hielo abrasador», «fuego helado».
Esta profesión, que no parece nada fácil, se convierte en manos de Pablo en un juego de niños. Ahí va el uso de una lítote, «nada fácil», porque me produce un profundo respeto el mero uso de la palabra «complicado» o más bien, adecuadamente acompañada por un adverbio intensificador: terriblemente complicado.
Mi gran pregunta al artista y al resto de nosotros, meros espectadores, afortunados de tenerle…
¿Qué recoge Pablo tras cosechar magia?
Pablo habla de valores. El tono de su voz al pronunciar la palabra «valor» tiene un matiz dulce y un tanto tembloroso. Lo lleva dentro y lo comparte sin titubeos a través de cada pieza. Ese valor, preciado tesoro que nada común es ya en este siglo (valga nuevamente el uso de una lítote), es la humildad. He presenciado la magia expresada a través de una profunda humildad, lo cual lleva dicha expresión al superlativo absoluto, por si faltaba todavía algún poro despistado de nuestra piel que no estuviese maravillado.
Pablo recoge nuestros aplausos y se conforma con emocionarnos. Y es él quien nos da las gracias por permitirle que nos emocione. Bendito genio, pero ¿cómo puedes conformarte solo con eso? Va a ser cierto que lo mejor se puede encontrar en los pequeños detalles y que podemos ver algo bonito en todo acontecimiento que presenciemos.
«Mi propósito es inspirar a mi público tanto como ellos me inspiran a mí», publica Pablo en su página web. No sabría definir de manera muy precisa la inspiración que sentí al escucharle, pero si tuviese que hacerlo a través de una metáfora que eluda una imagen (ya que el ser humano le encanta lo visual para conservarlo mejor en nuestra cajita de recuerdos), sería como notar una energía que te impide estar sentada y de repente, es como si estuvieses contigo misma y tienes la necesidad de bailar contigo, de escucharte y de prometerte cosas que necesitarás cumplir en un futuro cercano. Es bailar sola y mientras posas una sonrisa sobre tu rostro, pensar que hay esperanza. Que eres libre. Que puedes volar. Que puedes cumplir tus sueños. Que eres la magia de Pablo.
Busco un símil en mis recuerdos mientras lo escucho y no lo encuentro. Hablando de recuerdos, Marcel Proust (mi alma gemela, mi autor predilecto) solía describir el recuerdo como «poderosa alegría» que llena de «una esencia preciosa». En mi interpretación, se trata de ejecutar una simple acción que previamente has ejecutado, que te produce placer y una familiaridad que no sabes explicar, pero es inevitable crear conexiones con el pasado y viajar, por unos instantes, a esa primera vez. He aquí mi desconcierto ante las obras que toca Pablo… porque he pasado por momentos que me han erizado la piel en el pasado, pero nunca por esta misma razón: una magistral ejecución a la guitarra. Esos sonidos en concreto, al ser nuevos para mi oído, provocaron emociones que podrían parecer conocidas, pero abren un campo y una visión diferente. Da miedo. Me he alejado del terreno conocido, entonces. ¡Bendito miedo!
Imagen: nuestra redactora con Pablo Sáinz Villegas.
También cobra un sentido musicalmente especial la palabra «gratitud». Gracias, Pablo. Te diría que te doy las gracias simplemente por existir, pero tu mérito está en compartir absolutamente todo lo que llevas dentro con nosotros. Y cómo te honra ese precioso cierre de concierto, con una jota típica, haciendo elogio a tus raíces, de las cuales no solo no te has olvidado, sino que las llevas por el mundo y le hablas al mismo de ellas con una enorme sonrisa.
Vuelve pronto. Aquí estaremos, con las palmas entrenadas para aplaudir hasta que duelan.
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Oído: Guitarra… magia…
Tacto: El de los dedos de Pablo sobre las cuerdas.
Vista: Un escenario con el poder de llevarte a cualquier sitio del mundo.