Benjamin Clementine. Una voz al servicio de la emoción.

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De cantar en el metro de París a la cumbre de la música británica de vanguardia. El flamante ganador del prestigioso Mercury Prize 2015 –premio que reconoce anualmente el mejor álbum británico– se presenta como una voz muy especial a tener en cuenta en los próximos años.

A medio camino entre el soul más clásico,Benjamin Clementine foto la canción francesa, la música clásica y el pop-rock minimalista, Benjamin Clementine se ha erigido como la propuesta musical británica más vanguardista del año 2015 y uno de los candidatos más firmes para liderar en los próximos años una nueva generación de artistas noveles de enorme talento.

Entre las excelentes críticas que ha cosechado su primer álbum “At least for now”, no han faltado referencias a Nina Simone –sobre todo por esos característicos tonos graves que Clementine utiliza para dotar de dramatismo a muchas de sus composiciones–, así como a Serge Gainsbourg o Antony and the Johnsons. Sin embargo, Clementine ha profesado su admiración por figuras tan dispares como Jacques Brel o Édith Piaf, pasando por Luciano Pavarotti. Si bien es cierto que todas estas influencias pueden notarse en las once canciones de su primer disco (su tono en ocasiones recuerda a un aria entonada por cualquier tenor lírico, así como su pasión interpretativa evoca al Brel mas sentimental o a la más desgarrada Piaf), podrían buscarse muchas otras referencias más.

Y es que la mejor palabra que podría definir el estilo de Benjamin Clementine es eclecticismo. El propio cantante parece orgulloso de su mezcolanza de influencias al exclamar cuando entona los primeros acordes de “Condolence”, primer single del disco, que su voz –esa particular voz– ya la has escuchado antes (“this voice, this particular voice, yes you’ve heard it before”) .

Esta variedad de estilos se aprecia desde su portada –al más puro estilo surrealista inspirado en Magritte– pasando por los cuidados arreglos sobre los que descansan todas sus canciones –que parecen sacados de cualquier partitura minimalista de Yann Tiersen, Phillip Glass o incluso Satie– hasta la expresividad vocal del cantante que en ocasiones decide quebrar la voz, gritar o recitar parte de los versos para conseguir interpretaciones que muevan al oyente. No extraña por ello que el artista haya expresado en varias entrevistas estar más interesado en la poesía que en la composición musical.

Benjamin portadaSobresalen entre las canciones del disco, las elegidas como singles. Merece un puesto entre las mejores la tortuosa “Condolence”, preciosa composición de piano aderezada con un beat electrónico, en la que Clementine parece describir sus más oscuros miedos e inseguridades. Sin embargo, la melancolía y tristeza de los primeros minutos de la canción se transforman en una explosión de luminosa positividad hacia el final, en el que Clementine proclama desaforadamente que finalmente ha vencido a todos sus fantasmas (“I’m sending my condolence to fear, I’m sending my condolence to insecurities”).

Otra composición destacable es “London”. Aunque a simple vista podría parecer que se trata de un tributo a la ciudad en la que el cantante se crió, esconde un sentimiento de desarraigo al preguntarse en el estribillo la razón de renegar de dicha identidad londinense (“London London London is calling you, what are you waiting for?, what are you searching for?, London London London is all in you, why are you denying the truth?”). Quizá esta reflexión explica la huida de Clementine de la ciudad, renunciando a su trabajo como modelo de Abercrombie, para ganarse la vida cantando en el metro de París. Prueba de ello podría ser su elección de rodar el videoclip para esta canción encaramado a los tejados parisinos.

Por su parte, “Adiós” ofrece la composición más original del disco, en la que se combina una grave melodía de piano acompañada de unos brillantes arreglos de cuerdas. La rapidez de los primeros versos y el estribillo contrasta con la historia que el cantante decide recitarnos en mitad de la canción acerca del sentimiento que le evocaría conocer a los ángeles. Temáticamente, la canción abunda en la idea de superación personal expuesta en “Condolence” –quizá reivindicando esta vez de una forma más rotunda su modo de ver la vida y las decisiones que quiere tomar (“the decision is mine, so let the lesson be mine, cause the vision is mine”), si bien reconociendo los errores del pasado (“adiós to the little child in me, who kept on blaming everyone else instead of facing his own defeat”) para utilizarlos como aprendizaje en el futuro (“after all, why should I regret if it wasn’t for the mistakes we made yesterday? Where would we be by now?”).

En “Nemesis” –una canción cuya partitura podría haber sido compuesta para la banda sonora de “Amélie”– Clementine entona una curiosa oda al karma. Se trata de una rápida y divertida pieza de piano que ofrece una versión más desenfadada del cantante, en la que proclama la necesidad de hacer el bien a los demás (“next time treat others the way you want to be treated, otherwise you’ll get your punishment”) sino quieres enfadar a la diosa griega de la justicia retributiva, la venganza y el equilibrio (“Nemesis is in the cage, darling”).

Sin embargo, la composición que destaca por encima del resto de canciones del disco es “Cornerstone”. Ese lamento desgarrado que eriza la piel y que no puede sino emocionar cuando Clementine exclama con resignación la tristeza que siente en su soledad (“I am lonely, alone in a box of stone, they claim they loved me but they all are lying, I am lonely, alone in a box of my own, and this is the place I now belong”).

Por último, cabría destacar la intimidad de “Gone” en la que el cantante vuelve a evocar los sentimientos nostálgicos de su niñez en un barrio de la periferia londinense. Vuelven las referencias a sus miedos e inseguridades –al recordar sus complejos infantiles (“a little boy, big head, small ears”)– pero que parece resolver con una reflexión sobre el paso del tiempo y sobre cómo las cosas pierden importancia cuando se miran con perspectiva (“all will be gone, after all, before we all get to the knowing, all will be gone”).

No cabe duda de que “At least for now” supone un paso importante en la carrera de este joven cantante. Sin embargo, habrá que esperar para confirmar si Benjamin Clementine nos ofrece en el futuro obras a la altura de su talento. En todo caso, lo que nos ha traído con este primer disco permite presagiar, “al menos, por ahora”, una prometedora carrera.

Vista: surrealismo.

Tacto: aspereza.

Olfato: café humeante.

Gusto: croissant relleno de chocolate.

Oído: Satie meets Nina Simone.

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