VERANO EN LA CIUDAD
El calor de la ciudad volvía a ser sofocante. Él apenas hablaba, recorría los días de estío planeando una vida mejor. Un paso adelante que le acercara a las promesas que un día le hizo.
Paseaban por la ciudad durante horas recolectando las sombras de la tarde. Caminaban por las aceras del damero urbano que les permitían no arder en la ciudad. Siempre varias horas de lento deambular en silencio por la ciudad.
Ella sonriente se “dejaba” guiar. Con un pequeño giro de muñeca le hacía ver qué paso tomar que calle cruzar. Su hombro cinco centímetros detrás le “dejaba” abrir el camino mientras soñaba con que nada cambiara, que un verano más pudieran pasar todas las tardes juntos dejándose llevar.Que no llamaran de la oficina, que no existieran las prisas. Porque es así como le vio la primera vez, sigiloso por la ciudad un verano hace ya unos años. Compró un helado en el puesto del parque y le siguió por la ciudad con la certeza que pasearían juntos todos los días, todos los veranos.
Manuel Sánchez