El otro dia llegó a mis oídos que unos italianos estaban haciendo mapas con los sentidos… ¿Cómo podía resistirme?

Lo primero de todo fue jugar. El juego era simple. Se llama Urbanopticon y simplemente tienes que elegir una ciudad e identificar el sitio exacto en el que se sitúa una imagen de esas de Google cuando sueltas al monigote naranja. 500/500 en la primera partida, así que no es tan difícil… o sí.

Pero lo que más me llamó la atención fueron sus otros dos proyectos; Chatty Maps (sonidos) y Smelly Maps (olores).

Comencé a navegar en Londres por el primero y me chocó que mi antigua calle se distinguiera por la música. Yo sólo oía coches. Así que pasé a Madrid y confirmé mis peores sospechas. ¡Yo escucho la ciudad de forma diferente! Lo primero que se me pasó por la cabeza es que eran unos chapuceros y ese mapa no era más que humo para sacarle pasta a algún inversor hipster de esos que pagan cosas sin sentido ni utilidad, pero entonces me paré a pensar en las diferentes formas de percibir el entorno que tenemos y cómo además eso tiene su repercusión en las redes sociales…

Según la metodología, se sirven de «big data» proveniente de las redes sociales. Cada vez que colgamos una imagen geolocalizada con alguna etiqueta que evoca olor o sonido, se va plasmando en el plano. Así, si me paso una semana diciendo que tu calle huele mal en todas mis redes sociales, es posible que al final tu calle huela mal. Si estoy escuchando música en mi casa a todas horas y lo comparto en las redes, mi calle sonará a música. ¿No es impresionante?

Un ejemplo gracioso es la Gran Vía. Huele mayoritariamente a naturaleza y suena a gente, tal vez porque lo que compartimos no tiene nada que ver con la realidad. Ahí lo dejo, para que reflexionéis al respecto. ¿Es nuestra vida en las redes sociales tan falsa que altera la realidad?