Madrid, 6 de mayo de 2016. 21.30 de la noche.
Los accesos del Barclaycard Center ya casi despejados. Gradas llenas. Pista dividida en sectores. Remolones en las barras. Filas kilométricas en los accesos al baño. Chicos de la birra pululando sin mucho ánimo entre las últimas filas. En mi mano un vaso de plástico casi vacío con las caras de Bellamy, Howard y Wolstenholme y un semiborroso «Drones World Tour».
Las luces se apagan al tiempo que las cámaras de nuestros teléfonos móviles se encienden. Del techo descienden unas esferas con luces de neón que se ciernen sobre nuestras cabezas como si estuvieran en gravedad cero. Son los drones, por supuesto. Si ya nos tenían acostumbrados a espectáculos con OVNIs, naves espaciales, bombillas gigantescas y acróbatas colgados de ellas, no es de extrañar que drones reales sobrevolaran el Barclaycard Center mientras las pantallas, como parpadeos, rezaban: “killed by drones”; “my mother”; “my son”; “my father”; “killed by drones”; “our lives”; “your lives”; “between your fingers and thumb”; “amen”; “amen”; “amen”.
Palabras aparentemente inconexas que, con un coro de voces de fondo, señalan directamente a la deshumanización, esta vez, de la guerra moderna. Otra de las exacerbadas críticas de Bellamy a nuestra sociedad actual a la que el público aplaude y explota en gritos al escuchar los primeros acordes de “Psycho”, tema al que seguirían “Reapers”, “Resistance” y “Bliss”, entre otros.
Al igual que sucede en sus discos, en sus directos Muse tampoco sigue fórmulas. Su siempre variado set list regala momentos intensos, emotivos y potentes a partes iguales, como si de una montaña rusa de emociones se tratara. Desde los temas más tranquilos con Bellamy al piano (y un par de fans delante de mí mechero encendido en mano), pasando por las más eléctricas, épicas y majestuosas: “Starlight”, “Uprising”, “Take a Bow”.
Desde que comenzaran con “Psycho” hasta su cierre con “Knights of Cydonia” – como manda la tradición – Muse nos deleitaron con algo más de hora y media de rock, riffs de guitarra fundidos con juguetonas líneas de bajo y un espléndido y meticuloso Dominic Howard a la batería. El público, entregado, cantó, saltó y bailó de la mano del trío de Teignmouth, que no dejó de irradiar energía y dirigirse a todos los sectores del Barclaycard Centre en cada una de sus interpretaciones.
La penúltima canción “Mercy” resultó ser el momento culminante del show, con serpentinas y confeti disparados sobre la multitud, antes de que banda y público rugieran la letra de la tradicional canción de cierre, “Knights of Cydonia”, poniendo así fin a la última cita en Madrid de la banda inglesa hasta el momento.
Una vez más, Muse ha dejado huella en la capital. A pesar de que muchos echamos de menos algún bis y temas como “Hysteria”, “New Born” o su exitoso “Plug in Baby”, el espectáculo de la última gira ha emanado el resplandor del rock y de la ciencia ficción, evocando esa visión distópica a la que Bellamy nos tiene acostumbrados: conspiraciones, codicia, corrupción de alto nivel, fusionada con la influencia e inspiración de grandes como Orwell, Queen o Pink Floyd.
Su próxima cita en España: el festival de Benicàssim. ¿Os lo vais a perder? ¡Corred a por vuestra entrada, insensatos!
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Una imagen: las proyecciones y juegos de luces durante “Supermassive Black Hole”.
Un sonido: el sonido de palmas como introducción a “Starlight”.
Un gusto: el del café pre-concierto.
Un tacto: el frío metal del cuchillo que sentí cuando me cobraron 12€ por un mini de cerveza.
Un olor : las ráfagas de humo de tabaco aliñado con otras sustancias. Ejem.