Rosario Weiss y El Museo del Romanticismo: llega la primavera austenita

El Salón de Té de Jane Austen siempre tiene propuestas interesantes para los amantes de Jane Austen y su época. En esta ocasión, nos volvemos a unir para celebrar una Primavera Austenita en Madrid, con varias actividades, entre las que están las visitas al Museo del Romanticismo y la Biblioteca Nacional, con ojos austenitas. El motivo: además de ser sitios de visita necesaria para todo aficionado a la cultura, acogen unas magníficas exposiciones que teníamos pendiente reseñar:

«SE VA MI SOMBRA, PERO YO ME QUEDO. ILUSIÓN Y FOTOGRAFÍA EN EL ROMANTICISMO»

«Y aquí estará mi ser, aunque entretanto os diga la ilusión que ya he partido; ¡loca ilusión! Engaño del sentido pensar que os dejo y que derramo llanto, pensar que sufro y que dejaros puedo cuando se va mi sombra y yo me quedo».

Carolina Coronado

Se va mi sombra, pero yo me quedo (1848).

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Este fragmento del poema de la escritora extremeña Carolina Coronado, sirve para introducir el diálogo entre la luz, la sombra, la imagen y el juego del engaño, también presentes en la fotografía, enmarcando esta exposición temporal del Museo del Romanticismo.

El «lápiz de la naturaleza», la fotografía, surge en pleno romanticismo, constituyéndose en un medio de difusión del patrimonio cultural, paisajístico y etnológico. De ser una herramienta al alcance de la Monarquía y clases más pudientes, pasó a su popularización a través de estudios de fotografía cada vez más numerosos en la grandes ciudades, como los de Charles Clifford o Laurent en Madrid, y la comercialización de retratos, imágenes de paisajes y monumentos y las famosas carte de visite.

En 1838 Sir Charles Wheatstone publicó un artículo en el que describía la visión estereoscópica y no tardó en aplicarse a la fotografía para crear el efecto de tridimensionalidad a través de los estereoscopios.

davidwrebster_lenticular1.jpgEsquema del estereoscopio de Brewster.

 

«En esta muestra se exponen una serie de fotografías que fueron creadas por y para la diversión, son una ilusión, un engaño del sentido. Estas imágenes nos permiten imaginar y soñar qué pudo suceder en las salas del Museo, llenando de vida los espacios por los que transitó la sociedad de buen tono. A través de estas fotografías, sobre todo de las más escenográficas, la sociedad elegante pudo asomarse a las vidas ajenas, como ahora lo hacemos nosotros como quien se acerca al hueco de la cerradura, a una mirilla para ver lo que hay al otro lado».

 

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Los inicios de la fotografía, su popularización, la conservación y difusión de imágenes, como la maravillosa selección que acoge esta muestra, nos permiten conocer con nuestros propios ojos un poquito de la vida cotidiana, moda, decoración, arquitectura, y costumbres que se esconden en forma de imágenes estereoscópicas, cartes de visite y tissues. Es una excusa perfecta para volver a recorrer las salas del Museo y disfrutar de los tesoros de este palacio decimonónico.

DIBUJOS DE ROSARIO WEISS (1814-1843) EN LA BIBLIOTECA NACIONAL

Rosario-Weiss

Unos 20.000 visitantes han visto ya los dibujos de Rosario Weiss en la exposición de la Biblioteca Nacional, que finaliza el próximo 22 de abril, organizada en colaboración con el Museo Lázaro Galdiano y el Centro de Estudios Europa Hispánica (CEEH).

La muestra presenta más de un centenar de obras de la excepcional artísta Rosario Weiss Zorrilla (Madrid, 1814-1843), en especial dibujos, entre los que destacan los retratos de Francisco de Goya o Ramón Mesonero Romanos, además de numerosos paisajes, junto a una veintena de litografías, como las de Espronceda, Larra o Zorrilla, y algunas de sus pinturas, entre ellas Francisco de Goya, Los duques de San Fernando o Ángel custodio.

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Las piezas expuestas, entre las que también se incluyen dibujos de Goya para el aprendizaje de Weiss, provienen de la misma BNE, la Bibliothèque municipale de Bordeaux, el Museo del Prado, el Museo del Romanticismo y colecciones privadas, así como de otros museos e instituciones públicas españolas.

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Rosario Weiss vivió con su madre, Leocadia Zorrilla, y Goya en la Quinta del Sordo entre 1820 y 1824, y desde el otoño de 1824 en Burdeos, donde la familia permaneció hasta su regreso a Madrid en 1833. Goya trataba a la niña con un gran afecto y se refería a ella como “mi Rosario”. Corrían ciertos rumores de que podría ser hija suya, pero no existen pruebas que lo confirmen. De hecho, el artista no incluyó en su testamento ni a Weiss ni a su madre, quienes tuvieron que subsistir gracias a la pensión que esta última obtuvo del Gobierno francés como exiliada política, y a la ayuda prestada por Pierre Lacour –profesor de la joven– y el círculo de amigos de Goya en Burdeos. Weiss comenzó a dibujar gracias a los esbozos que el aragonés hacía para que ella los copiara o completara, y en 1825 entró en la escuela pública de dibujo que Pierre Lacour (1778-1859) dirigía en Burdeos, donde recibió instrucción académica. Su formación francesa atemperó la expresividad de sus primeros pasos junto a Goya, dirigiéndolos hacia el trazo preciso, limpio y ordenado que entonces predominaba en Francia, a la manera de Ingres.

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En Madrid adaptó con éxito su estilo al Romanticismo hispano y desarrolló una breve pero intensa carrera profesional. Compaginó la copia de pinturas de grandes maestros (Goya, Velázquez, Murillo, Tiziano, Rubens, Van Dyck), muy demandadas entonces, con la realización de retratos a lápiz de escritores y personajes de la burguesía liberal, en su mayoría socios como ella del Liceo Artístico y Literario (Espronceda, Zorrilla, Mesonero Romanos, Larra). También dibujó del natural apuntes de plantas y árboles, e hizo paisajes idealizados con castillos, lagos o ruinas. Además, fue una excelente litógrafa. En 1840 Weiss tuvo el honor de ser una de las pocas mujeres en ingresar como académica de mérito por la Pintura de Historia en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Dos años después alcanzó su máximo reconocimiento cuando la nombraron maestra de dibujo de Isabel II y su hermana, la infanta Luisa Fernanda, cargo que desempeñó durante muy poco tiempo, debido a su muerte por cólera el 31 de julio de 1843.

Una joyita de exposición para descubrir o redescubrir a esta artista excepcional, muchas veces olvidada.

 

Además de estas actividades, habrá muchas más sorpresas durante la jornada de Primavera Austeniana. ¿Os apuntáis?

***

Vista: a través de una cámara estetoscópica.

Oído: la pluma sobre el papel.

Gusto: té

Tacto: seda

Olfato: tinta.

 

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