Entretenimiento superficial

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La contraportada de la primera novela del cineasta Daniel Sánchez Arévalo supone toda una declaración de intenciones: “La isla de Alice oscila entre el ‘thriller’ y el viaje emocional. Una historia absorbente y cautivadora”. Para lograr ese objetivo, el autor parte de una llamada telefónica. Alice, protagonista y narradora de la historia, recibe la noticia de que su marido, Chris, acaba de morir en un accidente de tráfico. Sin embargo, Chris no estaba donde se supone que debía estar. Alice, embarazada de su segunda hija, comienza una intensa búsqueda destinada a descubrir el secreto que ocultaba su marido y, al mismo tiempo, descubrirse a sí misma.

Hay que reconocer a Sánchez Arévalo su habilidad para introducir al lector en la historia. Un capítulo resulta suficiente para generar despertar la curiosidad. A partir de ese momento se desarrollan más de seiscientas páginas de investigaciones, dudas, inseguridades y relaciones. No es su innecesaria longitud el principal defecto que puede achacarse a La isla de Alice. La lectura es ágil, cómoda, sencilla, sin grandes exigencias ni esfuerzos. Es cierto que algunos pasajes son prescindibles y que buena parte de los personajes aportan más bien poco a la historia central. No obstante, ese juego de equívocos y falsas pistas se presupone en una historia que ofrece distintas posibles bifurcaciones antes de tomar su rumbo final.

El terreno en el que la novela de Sánchez Arévalo hace aguas es en su acusada falta de credibilidad. Cuesta comprender el comportamiento de muchos de los personajes que deambulan por sus páginas, así como la forma de hablar de algunos de ellos. Cabe destacar los casos de Olivia, la hija mayor de Alice, de seis años, y Antonio, dependiente de la tienda en la que la protagonista compra todo el equipamiento para sus investigaciones (¿tanto cuesta escribir diálogos que suenen naturales en boca de un extranjero?). Sin embargo, es especialmente difícil comprender la actitud que adopta el personaje central. Son inútiles los esfuerzos del lector por conectar con esa mujer inmersa en una vida perfecta, sin grietas, sin fisuras. Incluso su evolución en pleno duelo ante la muerte de su marido resulta impostada. ¿Dónde está el dolor? ¿Bastan algunas frases salpicadas entre sus centenares de páginas para entender ese huracán interno por el que se supone que debe de estar pasando? Finalmente, y sin ánimo de realizar ningún tipo de spoiler, ¿alguien se cree el comportamiento de Chris?

En definitiva, La isla de Alice es una novela entretenida, que cumple su propósito de ofrecer unas cuantas horas de cómoda lectura. El objetivo de Sánchez Arévalo de ofrecer un retrato de los sentimientos, las emociones y las relaciones de la clase media parece que tendrá que esperar.

Título: La isla de Alice

Autor: Daniel Sánchez Arévalo.

Editorial: Planeta.

Año:2015

Finalista Premio Planeta 2015

 

***

Gusto: Limón
Imagen: un eclipse

Olor: Rancio

Sonido: Claxon

Tacto. El del barro

MARÍA MARTÍN SERRANO

 

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