
Cualquiera que lea un poco, que esté al tanto de lo que pasa en nuestro planeta, al escuchar hablar de El Salvador pueden pasar varias cosas. Por un lado, si uno es futbolero, le viene a la mente el nombre de “Mágico” González, ídolo del cadismo y uno de los jugadores más especiales que ha dado el balompié. O bien, haya oído hablar de la Teología de la Liberación y su relación con la guerrilla durante el conflicto bélico y que fue degradada por Juan Pablo II. Pero si a uno no le va eso de la pelotita, o no es religioso, lo más probable es que sólo escuche hablar de violencia, de muerte, de pandilleros…de las maras. Pero existen muchos más motivos para conocer el Pulgarcito de América…
Comienzo aquí el primero de dos artículos sobre este país con el que me unen tantas cosas, para haceros ver que hay mucho más que inseguridad y muertes, algo que es cierto. Pero también podemos encontrarnos sitios espectaculares. Y como lo mío son las piedras… de piedras hablaremos.
DONDE LA MUJER HABITA…

Durante el conflicto bélico que sufrió el pequeño país centroamericano de El Salvador, una guerra civil de 12 años, cuyo costo humano llegó aproximadamente a 80.000 víctimas y que se cerró en 1992 cuando el gobierno y la guerrilla firmaron los Acuerdos de Paz, el cerro de Guazapa fue lugar de confrontación entre ambos bandos.
Este importante hito geográfico que se yergue sobre el extenso valle formado por los ríos Lempa y Acelhuate, domina el promontorio de 48 hectáreas donde se sitúa el parque Arqueológico Cihuatán, que en náhuatl significa el lugar de la mujer o donde la mujer habita…
Hace ocho años comenzó mi relación con este lugar, donde estuve trabajando durante cuatro campañas arqueológicas dentro del proyecto que lleva el nombre del yacimiento en cuestión. Un lugar y un país que cambió totalmente mi vida en todos los aspectos.
Un poco de historia…
La cronología de Cihuatán abarca desde el 900 d.C. al 1100 d.C, aproximadamente. Lo que hace interesante a esta ciudad prehispánica, es que todos los elementos característicos de la misma (arquitectura, organización espacial, cultura material) nos indica una fuerte conexión con el centro de México, quizás influenciada por la llegada de grupos étnicos procedentes de la zona. De hecho, aún se habla en algunas zonas el náhuatl, lengua de origen mexicano, en una zona rodeada de mundo maya, aunque Cihuatán surgiera tras el llamado “colapso maya”.
Lo que sí podemos atestiguar, es que, tras su fundación, y posterior destrucción, evidenciado por la aparición de estratos carbonizados y techos colapsados, amén del hallazgo de numerosas puntas de flecha y lanzas, la ciudad no volvió a poblarse, algo que para nosotros es una ventaja porque es como si el tiempo se hubiera detenido en ese momento y pudiéramos reconstruir los últimos momentos de Cihuatán.
La ciudad…

El mayor parque arqueológico de El Salvador está dividido en dos áreas bien diferenciadas.
Por un lado, el Centro Ceremonial, constituido por una muralla que delimita el espacio y que incluye una pirámide principal, dos canchas de juego de pelota y numerosas plataformas y templos como el dedicado a Ehecatl, dios del viento.
El tema de la muralla es algo contradictorio. Por un lado, pensamos en ella más bien como un elemento que delimita el espacio sagrado, del espacio administrativo, por así decirlo, pero un análisis pormenorizado de la misma, nos hace ver que, en algunas zonas, parece como si se hubiera construido a la ligera, usando elementos arquitectónicos como es uno de los muros del juego de pelota poniente, lo que quizás podría indicar que tuvo además un uso defensivo y no sólo simbólico.

Como comentaba, dentro de la zona ceremonial podemos encontrar dos juegos de pelota, siendo uno de ellos, el situado en la zona norte, muy interesante al estar asociado a un templo, denominado de los ídolos, debido a que durante las primeras excavaciones llevadas a cabo por Antonio Sol se hallaron 20 esculturas representando a felinos. Además, de hallarse lo que parece ser un temazcal o sauna prehispánica.
Es también de reseñar la estructura conocida como P-9, o plataforma de baile, un templo de cuyos trabajos de limpieza y documentación tuve el placer de encargarme junto con mi compañero Edgar Cabrera, bajo la supervisión de Paul Amaroli, co-director del Proyecto Cihuatán, junto a la Dra. Karen O. Bruhns. O el templo circular que creemos está dedicado, siguiendo otros paralelos, a la deidad Ehecatl, dios del viento.

Se trata de una estructura en forma de cubo con cuatro escalinatas, muy típica de las culturas mesoamericanas, y cuya función era la de servir como escenario para las representaciones de la vida de los dioses, representados por sacerdotes ataviados con las ropas típicas de la deidad en cuestión.
Pero sobre el resto de las estructuras, sobresale “mi” pirámide, y digo mi pirámide porque después de tantos años, llegué a sentir una fuerte atracción por ella, y esos momentos en los que, sentados en su cima, disfrutaba de los maravillosos atardeceres salvadoreños, esperando, quien sabe, un momento de conexión con los antiguos señores de Cihuatán.
Esta estructura, conocida como P-9, tiene 12 metros de altura y 6 niveles, siendo el elemento arquitectónico más importante del Centro Ceremonial Poniente. Excavada en 1927 por Antonio Sol, está en proceso de excavación completa por parte de FUNDAR (Fundación Nacional de Arqueología de El Salvador), institución que gestiona el parque y para la que fue un honor trabajar durante mi estancia en aquel país.

El palacio de los Señores de Cihuatán…
La otra gran zona de la ciudad prehispánica es el conocido como Palacio de los Señores de Cihuatán. Una gran zona separada del Centro Ceremonial Poniente y que constituye lo que creemos que es la zona administrativa de la ciudad.

Situada sobre una plataforma artificial, alberga diferentes edificios a los que se accedía mediante una escalinata. En su interior podemos diferenciar una zona abierta a modo de plaza, con diferentes estructuras delimitando el espacio, y otra gran zona habitacional que los arqueólogos identifican como el palacio real. Tanto la distribución como los elementos arquitectónicos (como las denominadas «almenas») de esta zona, nos recuerda a un «tecpan», típico palacio de la zona central mexicana.
En la zona trasera de esa plataforma, se ha atestiguado la aparición de lo que parecen ser talleres de obsidiana, así como posiblemente la zona de cocinas.
Fue en esta zona donde comenzó mi trabajo arqueológico en Cihuatán y durante toda esa primera temporada, y en las siguientes, pudimos comprobar que, como comentábamos anteriormente, el final de Cihuatán fue violento.

Numerosos hallazgos de puntas de flecha, lanzas, zonas donde es evidente la quema del edificio y otros lugares donde se documenta el colapso de la techumbre del edificio. Incluso aparecieron pequeños restos óseos como falanges o una mandíbula, quizás de personas muertas in situ en el momento del asalto a la ciudad.

Cihuatán en la actualidad…
Actualmente, y a diferencia del resto de parques arqueológicos salvadoreños, Cihuatán sigue siendo gestionada por la Fundación Nacional de Arqueología de El Salvador.
Constituye el mayor parque arqueológico visitable de este pequeño y precioso país, y uno de los principales reclamos turísticos.
Las investigaciones continúan año tras año para desentrañar todas las incógnitas que la tierra nos esconde.
Aprovechando estas líneas, me gustaría tener un emotivo recuerdo hacia todo el grupo de trabajadores del parque, empezando por Pastor Gálvez, la persona de la que más aprendí allí, en el plano profesional y en el plano personal. Toda una experiencia vital del que salí reforzado como persona.

Cihuatán, el lugar donde aprendí que era feliz llenándome las manos de tierra…
Vista: los atardeceres desde mi pirámide
Tacto: el mango de un paletín
Olfato: el «zacate» (césped) mojado
Gusto: una pupusa en la Bocana…
Oído: Adhesivo – En honor